Magnolia

Magnolia sueña-
Pues no debería de hacerlo-
Un comentario entrecortado que escuchó por casualidad entre el ruido blanco del descanso inducido.
Llevaba así varios días, pero se sentían como semanas. No la dejaban despertar mas que para alimentarse, vestirse y reportar sus sueños. El punto en el que deseó no haber dicho nada llegó antes de lo esperado, y justo cuando se estaba acostumbrando a su desdicha fue cuando la desconectaron. Ya estás bien, le dijeron, y una mano en su espalda la guió hasta su casa, la habitación 166.

No pudo quedarse dormida por meses. No sabía qué le habían hecho, pero a pesar de quedarse lo más quieta posible por horas seguía sin poder descansar. Sentía la cabeza caliente, el cuerpo pesado. Los Doctores le habían dicho que era su propio disco duro resistiéndose a generar imágenes mientras dormía, pero no les creía. Ya no podía recordar lo que había soñado.

Finalmente aquel bloqueo - ya fuera suyo, ya fuera externo - se desgastó lo suficiente para que su conciencia pudiera escaparse por debajo. Y se fue de paseo.

Su sueño era de colores que nunca había visto. Eran mariposas en las manos y en la nariz. Era más agua de la que había visto en su vida. Caminar muy rápido, más rápido, como si volara, sin cables ni luces más que una, interminable y cálida. ¿Correr? ¿Sol?

No supo si despertó o la despertaron, pero supo que aquello estaba prohibido. Lo supo cuando los recuerdos desaparecieron de un sorbido. Magnolia, volviste a soñar. ¿Quieres que te formateemos otra vez?

Magnolia.

No lo dijo, pero ahora sabía que ese no era su nombre.

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