Seris

Al inicio solo estaba el océano
Daba, tomaba, daba, tomaba
Y de la unión entre la tierra y el agua, el hombre;
Forjado como estaba de la fosforescencia del mar
Nacido del rebotar de la luna en las crestas de las olas.
Cuesta trabajo pensar que aquel hombre de arena
Ya tan gris, ya tan sombrío
Nado alguna vez junto al reflejo de una estrella.

Pero se siente, aún, el palpitar del mar dentro del hombre
Como un niño que cuando duerme se dobla
Como lo hacía en el vientre materno
Así se siente
Cuando el viento del mar te llega desde la costa
El olor te trae recuerdos que no puedes conjurar
Porque ya no te pertenecen.

Más ¿que no pertenece al hombre?
Al hijo de los gigantes
Que se le dio todo para formar armonía en conjunto
La armonía se la bebió también hace un tiempo
Ya no nada junto a las tortugas antes de matarlas.

Del mar le queda, de cuando en cuando,
Sólo su ruido
Solo un murmullo parecido al de las olas
Lo descubre de repente en su cabeza
Instantes antes de quedarse dormido
O diluido en el ruido blanco del transporte
En el remanso de paz al que confluye la monotonía.

Sólo su ruido
Que ya solo es eso
Ya no es canción, ya no es armónico
Y si intenta hablarle al hombre
De madre a hijo
Es tan solo viento
Que huele a sal.

Comentarios